Intimidades de una cualquiera

lunes, 28 de marzo de 2016

Virus mortales modernos

Podría decirse que los tiempos en cuales vivimos se caracterizan por una sola cosa: Son rápidos y furiosos. La gente, es demasiado volátil hoy en día, y los valores… Bueno… los valores dejaron de tener valor (ja!) hoy en día.

No hay paciencia, ni tolerancia: las relaciones (de cualquier índole) se han vuelto express, desechables, y lo que es peor: Se ha perdido la costumbre de tratar cara a cara. Mucha gente, elige esconderse detrás de una pantalla ya sea para conquistar, charlar,  discutir, o  dar terminado algo. Coraje, lealtad, respeto, en persona: son palabras que se están volviendo desconocidas en el léxico usual de  hoy en día.

Ejemplo: muchas amistades hoy en día comienzan y mueren el ámbito virtual. Otras de la vida real, se ven sepultadas en la virtualidad, y muchas personas eligen el medio virtual, o desparecer de un día para el otro, para dar por terminada una relación. ¿Ante la colección de contactos, que importa un amigo real mas, o uno menos? ¿Si facebook nos acompaña, quien necesita de un amigo verdadero? Para que gastarnos en explicar, charlar, o generar oportunidades, si tenemos códigos binarios que nos acercan a otros contactos supuestamente mas acordes a nosotros. El filtro para encontrar gente se lleva a la vida real, y quienes son diferentes, y cometen el "error" de no estar a la altura de tus expectativas, tienden a morir desterrados sin posibilidad de vuelta. 
Si Napoleón viviera en estos tiempos, su destierro consistiría en ser eliminado de la lista de amigos y ser crucificado en algún estado de facebook.

Hablemos de meter la cabeza dentro del router: Aquellas parejas que deciden tratar sus temas a través de chats eterrrrrrrrrrrrrrrrnos de whatsapp, o Messenger, que cuando se tienen frente a frente de lo único que hablan es de pavadas y dejan lo importante para textearse, no aprendiendo JAMAS que lo escrito siempre se malinterpreta, que una relación nace y muere en la realidad, porque lo virtual queda en la nube… Y a las nubes, se la lleva el viento, o la falta de pago.

Esta bendita costumbre de vivir y morir en la virtualidad. Se pelean, se aman, se desechan… ¿Acaso ya las relaciones no tienen peso? ¿Cómo una persona puede elegir la virtualidad para desenvolverse en la vida?  Alguien que teme a vivir,  la virtualidad le da justamente esto: Una falsa ilusión de estar vivo. Al parecer la realidad duele, y estas personas encuentran su placebo en la realidad no real de lo virtual.

He visto esto más de una vez; también he cometido el gran error de usar las redes sociales para expresar un sentir: enojo, tristeza, un pensamiento profundo, alguna duda existencial, hasta que un día, me pregunté: ¿A quién le importa? Porque mi naturaleza todavía tiene vestigios de los 80 y 90’s: Si tengo un problema, prefiero decirlo cara a cara. Si tengo algo lindo, también. Prefiero el abrazo y el beso real al emoticón, y me gusta la charla de cafés eternos, en vez de los chats interminables que me han chocar más de una columna o persona, y cuando no, irme de jeta al piso por no prestar atención por donde iba.

Es casi adictivo esto de "vivir" en la virtualidad.  Si tenés algo que decirle a alguien, no utilices un estado: poné la cara. Hacete cargo. Hablá con esa persona, dale la oportunidad de explicarse. Se discreto. A los demás, no les interesa, ni les tiene que interesar el problema que tenes con fulano o mengano. Whatsapp, Skype son buenas maneras de comunicarnos con quienes están lejos, o para avisar algo a quienes están cerca, pero no deben ser usados como reemplazo de una “relación”. Una amiga mía, tiene la condición de que si querés saber cómo está, o en que anda, que la llames. No contesta mensajes de esa índole. ¿Por qué? Porque prioriza el contacto humano. Me parece más que genial.

Estoy de acuerdo que la virtualidad es un lugar cómodo. Pero los lugares cómodos, nunca son de crecimiento, sino que lo contrario: de estancamiento. Las amistades, relaciones de pareja, se han vuelto desechables, porque hay tanto contacto disfrazado de “amigo”, tanto chongo atrás de un tinder o Hppn, que ya nadie se calienta por cultivar o solucionar las relaciones reales que tienen.

Para cerrar: Vivir virtualmente, es la manera más solitaria de vivir, y una manera que te lleva a perder la empatía por tu entorno. Sobre todo, la manera en que te vas transformando en un ente. Es un arma de doble filo, parece que soluciona, pero casi siempre empeora. Una relación no puede ser charlada, vivida o arreglada desde un whatsapp o un messenger o un mail. Si tenes miedo de enfrentar, de hacerte cargo, replanteate toda tu existencia, porque querido/a, a lo que vos realmente, le tenes miedo es a crecer, a ser humano, a madurar… A ser real, bah.
 Cocki.


martes, 8 de marzo de 2016

Consolador con DNI... Su historia.

Las mujeres también tenemos necesidades ¿vieron? No todas somos del ramo de flores, los chocolates, la mar en coche y todas esas huevadas salidas de películas de Hollywood.

A veces solo, tan solo, queres revolcarte, ser feliz, y decir adiós, si te he visto no me acuerdo. Porque no siempre hay interés humanístico. A veces, tan solo es algo exploratorio, de reconocimiento…  un desahogo humanístico, digamos. Si, llamémosle así, que va mucho mejor.

Con él empecé a charlar por temas laborales. Siempre formal de mi parte, cada vez más confianzudo de la suya. Por esas cosas de la vida (pene) me empezó hablar por temas no laborales, hacer preguntas cada vez más personales, y así un día, de la nada larga: Te quiero coger. Del otro lado, me quedé dura (no en ese sentido) ante semejante acto de sinceridad, teniendo en cuenta que una sola vez nos habíamos visto, y tampoco es que había la re confianza entre nosotros.

De ahí, fue escalando: yo, siempre correcta, el cada vez más pajero.  Al punto de que ya le calentaba la oreja solo para ver con qué carajo salía, porque realmente… ¿Tan calentón vas a ser, man? Sí. Al parecer sí. Tenía una gran contra: Era más sensible que Grecia Colmenares menstruando.  Soy sensible, muy, algunos dirán, exageradamente sensible, pero este tipo me ganaba por afano. Todo lo tomaba a mal, no entendía un chiste, y ahí pensé: “que densa que debo ser a veces”, porque de vez en cuando, eso me pasa.

Me gustaría poder decir que se retirarme ante causas perdida, o no convenientes, pero no sería yo si lo hiciera. Así que, aún a pesar de todo, decidí tener una aventura con él.

Si, estaba bueno, ¿Qué otra explicación pensabas que te iba a dar?

Salimos, tomamos algo. Mientras el charlaba, mentalmente, yo repasaba las cosas que tenía que hacer en la semana. Era más aburrido que chupar un clavo oxidado. Ni recuerdo todas las cosas que dijo. En un momento decidí apurar el tema antes de morir petrificada de aburrimiento, así que tiré la caña… Por suerte mojarrita picó.

Fuimos a su casa, y la máquina parlante, no paraba de hablar. Hasta que lo callé al mejor estilo: con besos. Era eso, o una mordaza. Me parecía demasiado jugado para un primer encuentro.

Hicimos lo que nos interesaba, lo cual estuvo muy bien, pero como no podía ser de otra manera, me mandé la gran Cocki: Cuando terminamos, lejos de acurrucarme like minitah, me levanté eyectada de la cama, me cambié (mientras él me miraba asombrado) y ahí me di cuenta: Lo estaba echando, en su propia casa. Al parecer me falta aprender sobre modales después del garche, porque vivo metiendo la pata.

Ya estaba levantada, ya había metido la pata, entonces ¿qué me quedaba por hacer, más que irme? Entonces eso hice. Me fui. Aparte, no soportaba más el olor a cigarrillo. Odio el cigarrillo, y ni un buen polvo me va hacer aceptarlo, me he dado cuenta.

Se quedó en su casa solito. Seguro debe haber pensado que estaba loca. O que era una forra. ¿A quién le importa? Al menos, a mí no. Me habló un par de veces más. Ni cabida. Y así el consolador con DNI pasó a storage.


Cada cual, atiende su juego. Aparte, la verdad es que, hay alguien que se está haciendo caminito hacia el corazón, de una manera tan copada, que me encanta la experiencia. Pero ya hablaremos sobre eso.

Cocki

Gracias por pasar! Te espero nuevamente.