Intimidades de una cualquiera

lunes, 30 de enero de 2017

La cruzada por los imposibles

En este último tiempo me empecé a preguntar qué clase de falla genética tengo que termino eligiendo tan mal a la gente para engancharme. Si, el primer paso siempre es culparse a uno mismo, aunque, por amor a mí, decidí reveer mis últimos contactos del tercer tipo, y pedir un poco de opinión (un poco, nada más, porque mucha hace mal y confunde) para ver donde arribo.

Antes de pasar al análisis completo, debo, primero, para que entiendan, contarles en que ando ahora: Hace poco, me involucré con un amigo el cual conozco desde hace 5 años. Lo más loco de todo esto, es que esto me cayó de sopetón, ya que yo no tenía ni idea que me gustaba, menos que menos de me gustaba así como me gusta. El lado malo de todo esto, es que está casado. Y ya sabemos cómo terminan estas historias de triángulo amoroso: como el verdadero culo.

Ya puedo adivinar lo que está pasando por las cabezas de quienes leen esto, o será la culpabilidad que me condena, pero voy a tratar de responder este interrogatorio imaginario que puede estar surgiendo:

Pero Cocki, a vos te metieron los cuernos, sufriste un montón, ¿cómo puede ser que te metas en una historia así?

No tengo excusa. La verdad de la milanesa es esa.  Es un rush de adrenalina tan adictivo, que mi teoría de que todo lo que estoy haciendo mal, cuando el aparece en escena, se va por un caño. Sé que entré perdiendo a esto. Fue tan intenso desde el primer momento, que no me resistí. No es: “no pude”, es no quise, y de esto me hago cargo. Siendo sincera, debo recalcar esto de que me cayó de sorpresa, creo que a los dos, porque ninguno, en 5 años, se imaginó que teníamos esta química, o lo que sea que sea lo que haya entre nosotros dos.

Aparte, sabemos que si está prohibido, más lindo resulta. Un pelotudismo que siempre tenemos en la cabeza.

¿Con todos los que has conocido, justo con este te viniste a enganchar?

¿Será que no estoy realmente preparada para amar? ¿Será que sigo cerrada como culo de muñeca, y en estos imposibles, encuentro la manera de desquitar aquello que extraño pero sin comprometerme demasiado? Ahora, el lado bobo de esto, es que siendo mujer como soy, lo más seguro es que en algún momento meta sufrimiento en algún hueco, como para que la novela no se corte.
No sé si tengo defensa, pero la verdad es, que de todos aquellos que conocí, ninguno, (salvo Australia) me movilizó demasiado. Me hincho las pelotas rápido, o algo de ellos me molesta casi enseguida, entonces procedo (a veces bien, otra tirando bombas) a irme por donde muere el sol por donde cae la tarde. En este caso, si bien tiene mil de defectos, mi sistema de alarmas ha decidido apagarse, porque al parecer, ningún defecto es lo suficientemente fuerte como para que desista.

Sabemos que esto es mentira, porque por todos esos defectos que tiene, sobre todo, el de casado, es el más importante por el cual yo debería salir corriendo sin mirar atrás.

Miren, yo no sé. Puede ser un daddy issues: viejos separados, papá hizo familia de nuevo, yo me sentí un poco relegada un tiempo, y PUM! Se me pegó el repetir la historia. Aunque siendo sincera, me da mucha vagancia andar culpando a la historia con mi viejo por una decisión que tomé de manera consciente. Sabía que es perjudicial, sabía que no estaba bien, sabía todo. Y aun así, me zambullí. Como los que fuman: saben que todo está mal, pero lo hacen igual y encima, les gusta.  Que boludos podemos ser a veces.

En mi defensa, Sr. juez, debo declarar, que tampoco he conocido especímenes, que merezcan que yo me derrita de amor, o que fabrique paciencia donde no la tengo, y este muchacho, Sr. Juez, me moviliza hasta la glándula pituitaria, me llena de oxitocina, me eleva el humor, y me hace sentir como una adolescente de 15 años, con cada besazo que nos pegamos.

Créame, cuando le digo que es intenso, super intenso: me besa mirándome a los ojos, me da besos en la frente, y me acaricia el cabello. Mientras lo hace, siempre lo hace con una sonrisa media, sin dejar de observarme para finalizar dándome un beso mirándome bien fijo a los ojos.

No soy de piedra Sr. Juez. Ante esto claudico como una tontita, como una atolondrada. Encima tenemos química, mucha, intensa, para tirar al techo.
Todo muy lindo. Pero no. Él ya tiene su vida, y concibo que esto solo es pasajero. Sé que en algún momento va a terminarse, y me vengo preguntando si terminarlo antes, de prohibirme sentir todas esas cosas que la última vez que sentí fue con el australiano, de quedarme en el molde por si las dudas.

Ahora, me pregunto, si todas estas suposiciones de antemano son las que van, o tener en cuenta que nunca se sabe cómo una historia va a terminar es el referente. No sé qué probabilidades hay o de que va a ir todo esto, pero estoy viviendo esto con mucha intensidad y estoy un poco dividida en toda esta cuestión.

El Australiano, este pibe… Realmente tengo como una fija con los amores imposibles. ¿Por qué? Existiendo tantos peces en el río, ¿por qué los dorados me son imposibles?  Moncholos no me interesan. Lo peor de esto, es que cuando fijamos la atención en algo (o alguien) nos perdemos de todo lo que pasa a nuestro alrededor.

Sé que debe haber alguien libre para mí ahí afuera, pero a veces pienso, si estos juegos me pueden hacer perdérmelo. También me pregunto, si estas relaciones llegan por una cuestión en particular, si tienen algún sentido más allá del garche y las maripositas ocasionales, o de que van… Porque a veces, Sr. Juez, ni yo me entiendo.

Esta manía de laburar de más, de sostener lo insostenible. ¿Para qué? ¿Para demostrar que yo puedo? ¿Para ver si gano? El para qué, es fundamental en todo esto, porque tiene que existir una razón (no culpabilidad), por la cual yo me siga colocando en este lugar.


De ahora en más, cuando tenga que enviar mi CV, voy agregar: “Una experta, incansable, testaruda, a veces muy tonta, remadora en dulce de leche. Si usted quiere luchar imposibles, soy su chica”
Así, no hay cuerpo que aguante... Ni psiquis tampoco.

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