Después de un Lustro de noviazgo (estaba de novia con alguien menor que yo. El dicho: quien se acuesta con chicos, amanece meado, créanme que es verdad), me dejaron. Si, me dejaron y no me avergüenza admitirlo. Otras cosas me dan vergüenza, como por ejemplo, haberle sostenido la vela un lustro, haberle creído, ver mi foto en el documento de los 16 años, ver el jopo que usaba cuando era chica, haber usado hombreras, y otras cosas, pero no que me haya dejado… Esas cosas que pasamos las mujeres enamoradas, vieron? Bueno, me dejaron hace 6 meses, por otra chica, después de haberme metido los cuernos durante vaya a saber cuanto tiempo, y acá me quedé yo, queriendo, con el puñal clavado en la espalda. Un chichor de situación, un yunque acme, que no levantás ni con grúa. Pero mas allá de la humillación, de la bronca, de la tristeza infinita, imagínense que con mi edad, ya tenía mas o menos la vida armada… Lástima que eso no pasaba del otro lado. Así como al cuento de los chanchitos, vino el lobo y me tiró mi proyecto de vida amorosa al mismísimo demonio.
Estaba tranquila: Tenía el novio, la casa, el perro. No estaba 10 puntos la relación, pero estaba tranquila. Conformismo? Puede ser, pero cuando pasas los 30, si bien hay muchos que dicen que son los nuevos 20, existe una presión establecida, de que ya es hora de empezar asentar tu vida. Mi plan era ese, pero así como a Mr Evil, Austin powers siempre le frustra los planes, a mi, me hicieron lo mismo… Y que ganas me dieron de tener un mini me; al menos Austin se iba a llevar una patada en sus partes bajas.
De golpe porrazo, me quedé sin novio, sin perro, y encima todo apenas ahí nomás de las fiestas y las vacaciones. “Macho, bancame hasta marzo” Pensé. Pero no, no hubo caso, la relación que venía destartalada, se terminó de desarmar. Crónica de una muerte anunciada, fue lo que sentí en ese momento. Me dejaron, con el corazón en la mano, el orgullo por el piso, y yo pensando que carancho iba hacer para las fiestas y por sobre todo, para mis vacaciones. Ya tenía todo armado entienden? Y ahora me encontraba en blanco absoluto, sin saber para donde correr. Por otro lado, pensaba en que tengo 32 años, y el pescado sin vender, y ver como mis planes de familia símil Ingalls se habían ido por la cañería.
Lo bueno, de todo esto es que ya escribí medio libro, planté un ficus, doné sangre, adopté un perro… Y me metieron los cuernos. En la lista de la vida, ya he tachado gran parte de lo que se debe experimentar. Se puede decir que a esta altura, soy una mujer casi casi sabia… Pero que aún no domina el arte de entender ciertas cosas, que iré detallando a medida que se vaya desarrollando esta historia.
Mientras yo transitaba mi duelo como Grecia Colmenares en un pico de ataque hormonal, mi ex, gracias a las redes sociales, mostraba sin tapujos, lo feliz que era con la nueva chica, lo bien que la estaba pasando y todo eso que hacen aquellos que te demuestran claramente lo poco que le importa todo... Sobre todo, vos, que ya sos pasado.
En cambio, me dediqué a transitar el duelo, preocupada un poco, porque al tener 32 y recién soltera, tenés que escuchar cosas cómo: “Ay que macana, como se te va el tiempo” “Mirá que se te hace tarde para tener hijos” “Las mujeres tenemos fecha de vencimiento, así que mejor apurate”.
Decidí ignorar todo aquello que me decían, porque mas allá de todo, tampoco iba a engancharme con cualquier espécimen que se me cruce, y menos que menos, anhelar a alguien que me había traicionado de semejante manera.
No. Me levanté de mis cenizas, y decidí ponerle el pecho a las balas. Me lancé de lleno al mundo de los solteros, donde no paro de recolectar anécdotas (que iré contando); empecé armar de nuevo mi vida, y realmente me está yendo mejor que nunca (también les contaré los beneficios de ser soltera/o a esta edad) y por sobre todas las cosas, me encuentro mas feliz que nunca.
Estos escritos van a mostrar una visión positiva de la soltería a los 30. Mi lucha con ciertas cosas, mis aciertos con otras, pero por sobre todas las cosas, lo disfrutable que puede ser estar soltero hasta que el nuevo amor llega.
Ah, y no se den por vencidos ante una separación: Susana Gimenez junto con Moria nos muestran que se puede tener un siglo y medio de edad, y el amor, siempre está a la vuelta de la esquina.
Que empiece a correr tinta…
Cocki Sarli.
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