Esta epidemia, en su momento se asociaba con el sexo femenino. Hoy, nuestra población masculina es su principal víctima, y no hay vistas de que esto mejore, al contrario, cada día se observa que toma nuevas víctimas, extendiéndose a lo largo y a lo ancho de todo el mundo.
Un problema mundial que hace que una invasión de zombies sea un juego de niños. Estamos frente al mayor desastre que el mundo hubiese podido vaticinar. Si Sras y Sres, este puede ser el comienzo del fin, estamos frente a algo que si no se controla pronto, significará el exterminio de la raza humana. Estoy hablando ni mas ni menos que de la peor de todas las enfermedades: La Histeria... En este caso: la Masculina.
El histérico puede estar en cualquier lado; puede ser tu padre, tu hermano, tu primo, tu jefe, tu compañero de trabajo, tu mejor amigo... Al principio puede parecer un hombre común y corriente, pero luego comienza a demostrar una serie de síntomas que nos informan, que, por mala suerte, ha sido contagiado. A saber:
- Desinterés inmediato luego de haberte prometido el oro y el moro,
- Juegos sentimentales tan confusos que te marean como borracho en calesita de preescolar, y a él lo llevan a encerrarse en si mismo porque "necesita pensar y entender lo que pasa"
- La utilización de la frase muletilla "No sos vos, soy yo"
- Indecisión al momento de ponerse serios
- Promesas falsas
- Desaparición misteriosa en la cumbre de la relación
Todavía no sabemos que es lo que la produce, ni como se contagia, pero lo que si sabemos, es que tiene un alto índice de mortalidad: pero sólo en aquellas personas que están cerca del paciente enfermo... La actitud del mismo, hacen que quienes están a su lado, o se quieran matar, o peor: las inducen a cometer homicidio.
Mucho se ha tratado de entender esta enfermedad. Grandes científicas, llamadas mejores amigas, mediante largas horas de debate, interpretación de señales, buscar entre líneas que habrá querido decir realmente, el análisis exhaustivo de los últimos acontecimientos hasta declarada la enfermedad, todo en vano, ya que ni con sus mayores esfuerzos han podido resolver tamaño misterio.
Ni siquiera nuestros mayores, sabios maestros, han podido descifrar que lleva a los hombres, de hoy en día comportarse como unos pavos con hidrocefalia.
Mujeres de todo el mundo, ya no saben que hacer para contrarrestrar lo que sucede, y muchas temen que ya sea demasiado tarde... Como quien suscribe.
Luego de experimentar con varios individuos, puedo asegurar, con bases científicas, que la enfermedad está desarrollando resistencia, y que podemos estar, dios mío, ante una posible futura pandemia.
Lo peor, es que no podemos saber de antemano quien ha sido contagiado y quien no. Solo lo descubrimos cuando estamos en camino a que los sentimientos nazcan. Ese momento es terrible, porque al declararse la enfermedad, entramos en cuarentena amorosa, con fiebre de indignación, sarpullido de frustración y dolor sentimental reflejo de ilusiones pinchadas.
Pronto seremos nosotras que dediquemos largas horas y frases hechas, como antes lo hacían nuestros pares masculinos, para poder sacar afuera nuestra enojo ante tanto espécimen fallado.
Pero mujeres del mundo, del universo, no perdamos las esperanzas; según reza el mito urbano, todavía quedan hombres dispuestos a no jugar, a ser directos, decididos y hablar con la verdad. Si, cuentan, que así como el yeti, alguien allá afuera estuvieron frente a uno. Son raros de encontrar, habitan en las tierras mas inhóspitas, donde no muchas mujeres se han aventurado, pero quienes los vieron, dicen que son de una belleza y un sex appeal inimaginable.
Soy una mujer de ciencia, pero me obligo a creer en esto, y sigo la huella incansablemente de estos raros hombres... Porque seré ciencia, pero primero que nada, seré la mujer que jamás perderá la esperanza de encontrar a alguien que valga la pena.
Cocki Sarli.
Investigadora científica de la Universidad "Que manera de vender humo, pibe"
Doctorado en "Me hincharon los ovarios"
Artículo extraído de la revista científica "Aflojemos con los espejitos de colores"
Junio 2015
Es verdad, pueden estar entre nuestras propias familias, muchos de ellos los son, estas ahí. Y muchas veces no lo sabemos que es lo peor
ResponderEliminarO lo sabemos cuando es demasiado tarde... Ay. ;(
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