Intimidades de una cualquiera

jueves, 18 de junio de 2015

Los efectos del silencio

Es gracioso darse cuenta cómo puede canalizar algo que te está pasando, tu propio cuerpo. Soy de somatizar, bastante. Mi espalda es una roca la mayor parte del tiempo. Aunque si bien, soy de esas personas que expresan su bronca, y normalmente soy un demonio de tazmania haciéndolo, el mal trago que haya originado mi malestar, suele dejar alguna secuela, no agradable en mí.

Me gusta leer, de todo, y hace un tiempo (largo) llegó a mis manos, un libro de Louise Hay, en donde daba una larga explicación de que significaba cada enfermedad que te agarraba. No recuerdo mucho como eran y tampoco es nombrarlas todas, el sentido de este post, sino hablar de lo mal que te podés hacer a vos misma, cuando te quedás quieta ante una situación que te molesta, te enoja, o te duele. Al leer esa lista, me quedé asombrada, y por un tiempo, como hago con todo aquello que me impresiona, lo tenía un poco de guía. Tan exagerada soy, que estornudaba, me fijaba y decía: “ahhhh!!! Estornudé por tal cosa” o “ahhhh! Me duele la cabeza por tal otra”. Necesitamos encontrar explicaciones a las cosas que nos suceden... Al menos soy así... Ese libro era lo que la enfermedad significa para el hipocondríaco.

El último año de noviazgo, viví mal de la panza durante todo ese año. Me dolía, me descomponía, no podía comer nada sin que me cayera mal, y a eso, súmale que me vivía enfermando. Bronquitis, dolor de garganta, dolor de cabeza, colon irritable, etc etc. Tanto era mi malestar físico (en realidad emocional) que terminé internada. Me hicieron miles de exámenes. Me tuvieron internada toda una noche. Me pasaron antibióticos, por si las dudas… ¿Y que tenía? Nada. O en realidad tenía de todo, solo que lo que tenía, no iba a salir ningún examen: Mi problema era mi (ex) novio, nuestra relación, y lo mas importante: como me relacionaba yo con él.

La angustia que me generaba lo mal que estábamos, el sostener algo que se estaba muriendo (¡ja!), oler la mentira reinante, y mantenerme en estado vegetativo ante la situación me estaba, literalmente, enfermando. Para que se den una idea de la dimensión, terminé con estudios invasivos, en cama, hecha percha y el resultado siempre era: Normal.

"Usted no tiene nada". El usted, y sentirme todo el tiempo enferma, y que nunca me dijeran que tenía me enfermaba mas. Un ciclo vicioso.

Pasar lo que pasé, me dejo con gastritis crónica, colon irritable, insomnio y que se yo cuantas cosas mas. Una Señora de 90 años, atropellada por un camión, estaba en mejor condición física que yo.

Era una tortura para mí vivir de esa manera. Hasta llegué a pensar que era celíaca… Pero nunca, nunca, miraba para mi costado o para adentro, donde se encontraba la verdadera  razón de todos mis males.

¿Y por qué lo hice? ¿Por amor? ¿Conformismo? No. Fue cobardía. Testarudez. Poca autoestima. Porque realmente, hoy, así como creo que lo es el hábito de fumar, el tema de autodestruirse, aunque vos pienses que no, pasa por poca autoestima. Tenía razones de sobra para tener baja autoestima: Ese año, tuve pérdidas de seres queridos, él me criticaba todo el tiempo (TODO el tiempo) y lo peor era que al mirarme al espejo, como lo dije en varias ocasiones, veía la sombra de quien había sido. Hoy, caigo en la cuenta, que aquellas puntadas que sentía en mi panza, era en realidad, yo misma pidiéndome reaccionar. Porque esa Cocki que era, la desconozco totalmente. Cocki es aguerrida, no se calla nada, con presencia. Soy petisa, pero siempre caminé con la cabeza en alto. Siempre parecí mas alta de lo que realmente soy, aunque a su lado, me sentía chiquita, frágil, insignificante... Sentía que en cualquier momento me iba a romper en mil pedazos (lo necesario que era). No me reconocía, el no reconocerme me enfermaba (más)… Literalmente. 

¿Cómo podía ser que eligiese vivir de esa manera?

La triste realidad, es que me estaba conformando. Con un tipo que de alguna manera me maltrataba, que cuando me vió débil o sufriendo, como un cobarde, me pateó en el piso, me terminó de chupar toda la energía, y cuando no le serví más, se fue a barrer con una nueva escoba.

Durante mucho tiempo coqueteaba con la idea de ser yo quien le pusiera fin a la relación, pero nunca junté la valentía. La verdad es, no tengo familia acá, y como saben me había apegado mucho a su familia, entonces, hoy, puedo reconocer que esa sombra de lo que era, tan solo no se quería quedar “sola”… Prefería estar mal acompañada.

El día que nos separamos, descomprimí un montón. En un momento, que pude parar de llorar, me di cuenta, que el pecho no me estaba dando puntadas, y que mi corazón estaba latiendo mas tranquilo. El problema se había ido. Ya no me tenía que preocupar mas por sus mentiras, por las sospechas, por el engaño. Era libre… “¿Y ahora?... ¿Qué hago con esta libertad?” Me llevó mucho tiempo acostumbrarme a mi libertad, a estar de nuevo bajo mi piel. Pasaba el tiempo, pero me seguía desconociendo, aparte de todavía me seguía enterando cosas malas de él.  Hasta que un día, mi cuerpo me dijo basta. Estaba demasiado flaca, demasiado ausente, demasiado… pasiva. Ese día, sentí como un volcán empezaba a entrar en erupción desde mis entrañas. Era yo, la verdadera yo, que estaba fuera de su jaula, y me tomé por asalto. Fue un trabajito de reconstrucción bastante arduo, porque tenía (tengo) mis bajones de vez en cuando, pero cuando me miré al espejo y me reconocí, sentí, que todo volvía a estar en su lugar.

Otro detalle: Tengo la voz gruesa… Cuando estaba con él, tenía voz muy fina. Odiaba esa voz, no era mi voz… Al separarme mi voz, mi verdadera voz, volvió a ser lo que era. Lo único que todavía me sucede, es que me enfermo de la garganta seguido, pero en realidad supongo que viene de la cantidad de cosas no dichas (y algunos insultos) que tengo hacia él. ¿Me serviría de algo sacarlas ahora? Dudo. No me rebajaría a gastarme con alguien que fue tan desleal y traidor. Pero me enfermo, así que en algún punto, la sombra de mí todavía sigue aferrada a un pasado penoso.

Hay muchas formas de lastimarse: fumar, tomar, drogarse… o bien, conformarse con ser infeliz. Me prometí que jamás me volvería a conformar con la nada misma. Me prometí que sería feliz, aún en el peor día de mi vida, aunque sea por 5 minutos… pero nunca más dejaré que alguien me robe mi mojo.

Claramente, esta es mi campana, tal vez él tenga cosas muy distintas para decir…

Pero a quien le importa. ¿No? Al menos, a mi no.

Nadie vale tanto, nadie merece que te dejes a vos misma/o en el camino. Fijate cuando te enfermes, que es lo que  estas callando. 

Cocki Sarli.


Cosas curiosas del cuerpo: Desde que me separé, nunca mas volví a enfermarme de la panza... Y soy libre de comer lo que quiera. Las únicas veces que me descompongo, es cuando me lo nombran. 

1 comentario:

  1. A la mayoría de las enfermedades hay que leerlas como tal, pierdo la voz porque no puedo decir algo, me duele la garganta porque hay algo que no puedo tragar, no oigo bien porque realmente hay algo que no quiero escuchar... el libro "La enfermedad como camino" habla de esto y muuucho más. La primera parte es densa y de creer o reventar. Dale chance y sino guardalo y leelo más adelante, tarde o temprano será una lectura necesaria.

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