Intimidades de una cualquiera

martes, 8 de marzo de 2016

Consolador con DNI... Su historia.

Las mujeres también tenemos necesidades ¿vieron? No todas somos del ramo de flores, los chocolates, la mar en coche y todas esas huevadas salidas de películas de Hollywood.

A veces solo, tan solo, queres revolcarte, ser feliz, y decir adiós, si te he visto no me acuerdo. Porque no siempre hay interés humanístico. A veces, tan solo es algo exploratorio, de reconocimiento…  un desahogo humanístico, digamos. Si, llamémosle así, que va mucho mejor.

Con él empecé a charlar por temas laborales. Siempre formal de mi parte, cada vez más confianzudo de la suya. Por esas cosas de la vida (pene) me empezó hablar por temas no laborales, hacer preguntas cada vez más personales, y así un día, de la nada larga: Te quiero coger. Del otro lado, me quedé dura (no en ese sentido) ante semejante acto de sinceridad, teniendo en cuenta que una sola vez nos habíamos visto, y tampoco es que había la re confianza entre nosotros.

De ahí, fue escalando: yo, siempre correcta, el cada vez más pajero.  Al punto de que ya le calentaba la oreja solo para ver con qué carajo salía, porque realmente… ¿Tan calentón vas a ser, man? Sí. Al parecer sí. Tenía una gran contra: Era más sensible que Grecia Colmenares menstruando.  Soy sensible, muy, algunos dirán, exageradamente sensible, pero este tipo me ganaba por afano. Todo lo tomaba a mal, no entendía un chiste, y ahí pensé: “que densa que debo ser a veces”, porque de vez en cuando, eso me pasa.

Me gustaría poder decir que se retirarme ante causas perdida, o no convenientes, pero no sería yo si lo hiciera. Así que, aún a pesar de todo, decidí tener una aventura con él.

Si, estaba bueno, ¿Qué otra explicación pensabas que te iba a dar?

Salimos, tomamos algo. Mientras el charlaba, mentalmente, yo repasaba las cosas que tenía que hacer en la semana. Era más aburrido que chupar un clavo oxidado. Ni recuerdo todas las cosas que dijo. En un momento decidí apurar el tema antes de morir petrificada de aburrimiento, así que tiré la caña… Por suerte mojarrita picó.

Fuimos a su casa, y la máquina parlante, no paraba de hablar. Hasta que lo callé al mejor estilo: con besos. Era eso, o una mordaza. Me parecía demasiado jugado para un primer encuentro.

Hicimos lo que nos interesaba, lo cual estuvo muy bien, pero como no podía ser de otra manera, me mandé la gran Cocki: Cuando terminamos, lejos de acurrucarme like minitah, me levanté eyectada de la cama, me cambié (mientras él me miraba asombrado) y ahí me di cuenta: Lo estaba echando, en su propia casa. Al parecer me falta aprender sobre modales después del garche, porque vivo metiendo la pata.

Ya estaba levantada, ya había metido la pata, entonces ¿qué me quedaba por hacer, más que irme? Entonces eso hice. Me fui. Aparte, no soportaba más el olor a cigarrillo. Odio el cigarrillo, y ni un buen polvo me va hacer aceptarlo, me he dado cuenta.

Se quedó en su casa solito. Seguro debe haber pensado que estaba loca. O que era una forra. ¿A quién le importa? Al menos, a mí no. Me habló un par de veces más. Ni cabida. Y así el consolador con DNI pasó a storage.


Cada cual, atiende su juego. Aparte, la verdad es que, hay alguien que se está haciendo caminito hacia el corazón, de una manera tan copada, que me encanta la experiencia. Pero ya hablaremos sobre eso.

Cocki

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