Intimidades de una cualquiera

jueves, 1 de junio de 2017

Ser o no ser, esa es la cuestión

Hay muchas cosas que últimamente tengo que me están haciendo ruido, que vengo tratando de acomodar en mi mente a modo de que vuelva la paz. Todo me irrita, aunque la verdad es que lo de afuera no es lo que origina mi irritabilidad, sino que son las cosas que están sucediendo dentro de mí las que hacen nacer el dragón malhumorado en mí.

Tengo 30 y pico de años, y por primera vez, en mucho tiempo, me estoy planteando en comenzar a “amigarme” con la posibilidad de que puedo quedarme soltera. Ojo, no lo estoy diciendo con el llanto desgarrado de Grecia Colmenares, ni como una víctima, pero tengo que ser “realista” de que encontrar a alguien que me cuadre por todos lados es bastante difícil. Puede ser que yo sea muy difícil, puede ser mi edad, puede ser la realidad que vivimos, pueden ser un montón de cosas, pero al final del día, todo se resume en algo: Está difícil.

La primera reacción que tuve al pensar en esto, es que es mi culpa. ¿Culpa de qué? Ah, no sé, pero seguro es mi culpa. Debo ser una católica devota no reconocida, ya que me gusta tanto la culpa.

Eso me llevó a ir un poco más atrás y darme cuenta que siempre es sencillo pensar que soy el problema, que algo malo tengo, o que hago las cosas mal, o cosas similares a estas, por que, ¿qué es fácil? Pensar mal de nosotras, porque el amor propio es una de las tareas en la cual, mas de una vez en la vida, metemos la pata terriblemente.

Este último tiempo estuve con alguien con el cual, las condiciones no estaban dadas para que estemos juntos, por ende, desde un principio, fue remar contra la corriente (primer signo de que algo no está bien). Las cosas podrían haber ido mejor, pero él debía tomar decisiones sobre su vida, para lo cual sentía mucho miedo de tomarlas, lo que originó que la situación sea insostenible y la cuerda se termine cortando (segundo signo). Sin embargo, me sentía culpable, de que esto no hubiese llegado a buen puerto y me encontré pensando en miles de opciones para poder arreglar lo que estaba sucediendo, cuando la respuesta a todos mis intentos eran una sola: “Si él quisiera, lo haría”. Y ahí, zas! Sentís el primer puñetazo en el pecho. ¿Acaso de no soy suficiente? ¿Qué tendré que hacer para que quiera? Y así, miles de preguntas se forman en esa parte del cerebro que no funciona muy bien, porque duele dejar ir a alguien que queres. Pero, poniendo todo sobre la mesa, la pregunta del millón es: ¿Realmente, está en vos hacer algo? Para contestarme eso, primero me pregunté que sentía, y la verdad es, que siento que hice mucho. Lo quise (mucho),  aguante sus circunstancias (mucho), hice tripas (mucho) corazón más de una vez , le dije todo lo que sentía (mucho) y estaba más que dispuesta a jugármela por él (mucho).

Entonces, ¿Tendría que hacer algo? Salvo que le consiga huevos, no, la verdad que no. Pero esto mismo, se linkea con el inicio del texto, porque al ver que esto no llegó a buen puerto, me empiezo a preguntar que tiene el destino preparado para mí. Me es muy difícil creer o conformarme con poco, por el solo hecho de no estar sola. También es verdad que siento “miedo” de este proceso de aceptar que tal vez, estar sola sea lo que el destino quiera para mí, y no deja encerrar cierta tristeza que eso sea lo que suceda. “Lo que sucede, conviene” y quiero creer en eso, de verdad que sí, aunque ahora me estaría costando un poquito hacerlo.

No me auto-condeno si me quedo soltera, aunque reconozcamos que es bastante difícil (no imposible) hacer las paces con eso. Tal vez, ahora comienza un nuevo viaje para mí, que es la aceptación y el siguiente disfrute que provee el aceptar.


Esto de madurar, a veces, es un dolor de ovarios.

jueves, 23 de marzo de 2017

Stuck In the Middle With you



Supongamos que vengo un día, te ofrezco algo muy lindo, que te va a ser muy feliz, pero no te garantizo por cuanto tiempo, y al mismo tiempo te digo: “Cabe la posibilidad, de que esto, que ahora es muy lindo, te haga sufrir”. Seguramente, vos me vas a preguntar; en cuanto tiempo esto podría pasar, a lo que yo voy a responder: “No lo sé”.

Esto que te traigo, tan lindo, pero con una cierta amenaza atada en el paquete, te va a traer felicidad, te va a hacer sentir bien, y se va a sentir como una rica droga: Te va a elevar, te va hacer sentir bien, y te va “enganchar”: es decir, que vas a querer cada día un poquito mas para sentirte bien.

Lo aceptarías? Es bastante difícil asumir la responsabilidad, pero también pienso: ¿Qué garantías hay de que suceda lo uno o lo otro? ¿De qué depende? ¿Qué es lo mas inteligente de hacer?

Depende de la persona. De los sentimientos. De las ganas. De la vida misma. Estuve en una relación por 5 fucking años. Enamoradísimos (supuse), con planes a futuro (supuse), y me veía con él por los siglos de los siglos, amén. ¿Cómo él me iba a hacer sufrir? ¿De qué hablan? Sin embargo, esa persona que estuvo a mi lado durante 5 años, que me prometió el oro y el moro, me decepcionó terriblemente, y puedo asegurar, bien segura, que sufrí como una hija de puta... Nunca, en mis 30 y picos de años, sufrí tanto como aquella vez.
Así que realmente, todo aquello que comienza “bien”, “normal”, ¿es garantía de felicidad?

Tenía todas las buenas probabilidades a favor. ¿Qué podía salir mal? TODO puede salir mal. ¿Entonces, que alguien me diga por qué debería renunciar cuando una situación no se ajusta a lo que se considera “normal” (que palabra tan subjetiva)?

A la hora de exponer una idea, me gusta poner los hechos sobre la mesa: Ya hablamos de la persona con la que estoy ahora, y su situación (ya hice una mea culpa sobre esto, así que pueden ir a unos escritos más atrás para saber de qué hablo); bueno, él volvió de su viaje. Mientras estaba fuera, hablamos varias veces, y les juro, que cuando no hablaba con él, físicamente, y sin exagerar, sentía una especie de puntada sostenida en el pecho. Literalmente, me dolía su ausencia. Él no es muy demostrativo, sobre todo por mensaje (personalmente, nada que ver), pero realmente podía sentir su cariño, a lo lejos. El día anterior de volver a verlo, también, literalmente, no pude dormir: moría de ansiedad por abrazarlo. Cuando por fin lo hice, esa puntada se desvaneció. No podíamos parar de besarnos, tocarnos, abrazarnos,  mirarnos profunda y cursimente a los ojos. Siento que el siente cosas por mí, así como también sé que su silencio habla mas de lo que el quisiera... Pero quien tomar en serio esto, lo de la loca enganchada, lo de la adicta, ¿no?

Al fin pudimos estar solos; es otra cosa nuestro mundo: hay risas, hay (MUCHOS) besos, caricias, sexo, y también, charlas. Cuando estoy con él, me cuesta controlar mi verborragia, mis ganas de decirle todo lo que me pasa: le digo lo que siento (no todo), no tengo miedo, y en el fondo, debo reconocer que espero el milagro donde me diga: “¿Sabes qué? Te elijo a vos.” Porque si, puedo tener todo muy claro en la teoría, pero nunca dejo de soñar, aun cuando el ambiente se pone hostil.

Su pesimismo (¿o realismo?) viene a pincharme mi burbuja llena de amor. “No quiero que sufras” (como si fuera solo él quien decidiera sobre ese tema) Acaso, ¿esto no puede cambiar? Ni pensaba, allá cuando empezamos, que esto podía ser posible, tampoco pensaba que el me podía gustar... Hablamos de que esto no podía transformarse en algo serio, hablamos de muchas cosas, muchas prohibiciones, y acá nos ven: Con un te extraño en la punta de la lengua, con ausencias que duelen, con miradas que traspasan el alma, con besos eternos, y con el deseo de poder estar juntos, tranquilos para poder disfrutarnos como realmente queremos. Si, los dos queremos eso.

Se que su posibilidad de perder “todo” es factor muy importante en toda esta ecuación. “No sé si llegaste demasiado temprano, o demasiado tarde”. 5 años hace que estoy en su vida, solo que ahora me involucré en un sentido romántico, entonces, la pregunta para mí es: ¿Qué cambió ahora, que durante 5 años no le sucedía conmigo”.  Su hijo, es un factor más que importante, y no crean que a mí eso no me hace ruido... Pero, ¿acaso la felicidad no es esencial, acaso? Acá puede ser que esté siendo egoísta, en pensar que yo puedo darle toda la felicidad... pero siento que lo que hay entre nosotros, es más grande de lo que admitimos. También, reconozco que mi ansiedad me domina muchas veces, al punto de convertirme en una kamikaze, aunque la verdad es, que tan solo, yo quiero estar con él, experimentar todo esto que tengo ganas, sin prohibiciones, sin correr, sin escondernos, siendo tan solo nosotros.

Quiero eso.

No hay garantías. Podés, como el, tener todo estructurado, todo muy familia Ingalls, y puede venir, alguien como yo a romperte la estructura. Podes, creer que vas a ser muy feliz, que ya tenes todo solucionado, armado, y viene alguien como mi ex, y te rompe la estructura, o pensar que ya el tren del amor, la pasión, pasó para vos, y viene alguien como él que te hace replantearte todo y te hace volver a soñar.

Entonces, de nuevo a la pregunta del principio: ¿Realmente, a ciencia cierta, alguien puede decir, afirmarme, que esta historia termina con alguien sufriendo? ¿Acaso, en un mundo de variables, no puede suceder que esto termine de otra manera? Es más inteligente, correrte y dejar ir, lo que tal vez sea tu felicidad, por si las dudas... ¿Tu felicidad ante tu posibilidad de sufrir, no vale nada?

Me estoy preguntando esto desde que nos despedimos. Hace muy poquito que estamos, desde que empezamos, lo nuestro sigue cambiando y al parecer la forma de relacionarnos también, entonces, con que me quedo? Porque el al principio dijo muchas cosas, que hoy ya se desvanecieron: Es serio lo nuestro, hay sentimientos, y ambos queremos estar más tiempo juntos.

El no da paso. Que no de el paso ahora, teniendo tantas cosas en juego, ¿es un determinante, para que yo ni siquiera espere, deje mi felicidad de lado, y haga lo mas lógico? ¿Se supone que el amor es lógico? ¿Que una historia de amor siempre tiene que fluir fácil?

No sé si me estoy engañando, o que decisión voy a tomar el día de mañana. Solo sé lo siguiente: Quiero estar con él.


El tema es como: Si va a existir un precio, si va a ser posible, y lo mas importante: Si el querrá lo mismo.

martes, 14 de marzo de 2017

Las (pesadas?) Valijas emocionales

No me críe en un hogar común o normal; Soy hija de padres divorciados, de cuando el divorcio no era algo de todos los días en nuestra sociedad. Durante mucho tiempo, cuando era niña, renegaba de esta realidad, hasta que de adolescente, me di cuenta que la decisión que habían tomado mis viejos, era lo mejor que me podía haber pasado, ya que se llevaban como el upite, y realmente, no eran felices el uno con el otro.
Mi primera lección (aunque a veces me la olvido) es: “Si no sos feliz, mejor agarrar tus bártulos e irte a buscar un lugar donde si lo seas, que quedarse viviendo en la amargura total”
Tenía (tengo) adoración por mi viejo. Es verdad, que cuando somos niñas, desarrollamos una especie de amor de Elektra por nuestro papá: Es nuestro primer modelo de hombre, y queramos o no, sus cualidades y sus defectos de alguna manera se quedan pegados en nuestro inconsciente a la hora de buscar una pareja. Cuando empecé a pensar en todo esto, rememoré mis parejas y ¿saben qué? Todos tienen algo en mayor o menor medida como mi papá.

Lo que me daba pena, es que lo veía poco. Luego él se volvió a casar y ahí sentí que esa “maldita” se robaba a mi papá; encima que lo veía poco, ¿lo tenía que compartir con esa cualunque? Uf, mundo cruel.

Su nueva mujer resultó ser incompatible conmigo, sino super celosa; hasta de la hija (yo) de su marido. Lo quería solo para ella, y ahí, a mis jóvenes 10 años, aprendí de lo enfermo que pueden ser los celos,  cuanto pueden lastimar  y desgastar una pareja. A causa de las acciones de ella, terminé peleándome con mi padre.Sentí que él la elegía a ella por encima de mí. Primera vez, en mi vida, que sentí que elegían a otra en vez de a mí. Lo que no dimensioné, en ese entonces, es como ese sentimiento me iba a condicionar en mi vida adulta.
¿Acaso no era lo suficientemente buena? ¿Por qué mi papá la elegía a ella? ¿Qué tenía ella mejor que yo?

Mi vieja, tampoco ayudaba mucho. Como se peleaban seguido con mi viejo, siempre que podía le tiraba un poco de mierda para que yo me enojara más con él (esto, por mala suerte, es moneda corriente entre padres separados, lo cual es una real cagada, porque los hijos no deben ser envenenados en contra del otro padre, o usados como aliados en un divorcio. NUNCA)
Ella siempre fue una mujer con muchísimo carácter: Determinada, muy inteligente, pero con un pasado doloroso detrás, donde sus padres, tampoco la eligieron (al menos así lo vio ella). Era la mayor de 4 hermanos, única mujer, y mi abuela no estuvo a la altura de lo que mi mamá esperaba (siempre ponemos la vara muy alta cuando se trata de nuestros padres). Por ende, mi mamá creció con un rencor que ocultó muy en el fondo, contra su familia. A pesar de estar en el fondo, a través de los actos cotidianos de la vida como mamá, repetía algunas acciones con nosotras (tengo una hermana).

Admiraba a mi mamá, (¿cómo no vas a admirar a quien se abrió su camino en la vida, sola?) aunque no compartía su manera de ver las cosas: Ella pensaba que los hombres no valían mucho la pena, que siempre decepcionaban, y que mejor ser “yegua” con ellos, antes de que te caguen. Nunca estuve de acuerdo con todo esto, porque veía a mi papá, y no quería que NADIE, pero NADIE lo trate de esa manera, así como tampoco sentía que estaba bien hacerlo con cualquier ser humano.
Queramos o no, la manera en que nuestros padres se comportan en nuestra etapa de crecimiento nos afecta, nos marca, muchas veces, nos condiciona. Me di cuenta, que cuando empecé a relacionarme con chicos, en el fondo, tenía ese miedo de que me dejaran por otra persona desde el principio; ¿Si mi papá lo había hecho… Que me salvaba de que no me lo hiciesen de nuevo? ¡Imaginate el golpazo que fue, cuando me enteré que mi ex me estaba engañando con la compañera de trabajo! Volví a revivir todo ese dolor que sentí cuando era chiquita. Aunque fue ese dolor, que me hizo dar cuenta el miedo que yacía muy en el fondo. Todavía sigo trabajando en ese miedo, ya que muchas veces me doy cuenta que me condiciona cuando conozco a alguien, porque me cierro por miedo a que eso me vuelva a pasar. Es un trabajo constante que hay que hacer.

Por otro lado, mi mamá siempre tuvo expectativas muy altas para conmigo, casi imposibles. Al ver que yo seguía un camino muy diferente al que ella quería, que no me interesaba el dinero (pensaba que yo debería casarme con alguien que me mantuviera, o al menos me diera un pasar tranquilo), y que ENCIMA, yo, descarada del universo, creía en el AMOR, se frustró. Y cuando se frustró, no supo cómo manejarlo, entonces, comenzó a presionarme y hacerme sentir culpable por pensar de esa manera. Ahora entiendo, que solo estaba enojada (solo es un ser humano), porque los padres para nosotros (la mayoría, bah) quieren lo mejor, y cuando nos escapamos de su “control” les agarra el pánico y ya sabemos que el miedo, nunca es buen consejero.

Me independicé desde muy chica. Siempre me la rebusqué para salir adelante, y esa libertad adquirida antes de tiempo, me forjó de diferente manera.  Pasé muchísimas cosas sola, lo cual me hizo mucho más fuerte, y me dio una coraza para que el mundo no me pase por encima. Elegí bastante mal de chica mis relaciones, pero puedo decir,  con orgullo, que hubo hombres que me han amado mucho, y que hasta el día de hoy, me siguen amando, aunque la vida nos haya llevado por diferente camino. Ese tipo de relaciones que desarrollé (yo terminé esas relaciones, porque sentía el deseo de volar y seguir creciendo), hoy me hacen dar cuenta, que SI SOY suficientemente buena, aunque yo pensara que no, y que debo creerlo yo, antes que cualquiera, así como también que SI puedo inspirar amores que superen la barrera del tiempo. También tuve las malas: tipos malos, con los cuales me desgastaba por “salvarlos” para demostrarles que yo era “buena” y con los que terminé aprendiendo que si ocasiona sufrimiento, desgaste,  no vale la pena. Costó, pero creo que ya aprendí… en un 70% (ponele).

Todavía me cuesta sacudirme de esas cosas que se me fueron pegando cuando era chica. Todos venimos con mochilas pegadas a la espalda, y está bueno ser consciente de que nos limita para ser felices.
También me di cuenta, que la forma en que me críe, hoy me lleva a elegir cosas diferentes, o mejor dicho, a vivir cosas diferentes a lo que la sociedad establece. Muchas veces me encuentro diciendo esto:
“Tengo 30 y pico de años
No, no estoy casada.
No sé si quiero hijos
Si, me gusta mucho mi trabajo.
No, no tengo todo resuelto.
Si, disfruto de mi soltería.
Si, me muevo fuera de lo que la sociedad dicta.
Si, soy feliz.
No, no soy un bicho raro.”

No está mal vivir aquello que nos hace felices. ¿Por qué permitirías que te juzguen? ¿Qué extraños o conocidos, decidan que es lo que VOS necesitas para ser feliz? No, no. Es una decisión pura y exclusivamente tuya. A medida que vamos creciendo, nos vamos adaptando, sabemos que siempre estamos cambiando, porque lo más natural del mundo es cambiar, y tal vez, querer cosas que ayer no queríamos.
Nuestros padres pueden marcarnos, pero nosotros tenemos la gran fortaleza de modificar aquello que no nos hace bien. Llega un punto que ya es ridículo culparlos por lo malo que nos pasa. Podemos sacudirnos las viejas costumbres e iniciar nuevas, que sean completamente nuestras.

Empodérate. Viví. Hace tu felicidad. Trabaja en vos. Hace tus reglas. Disfrutá. Sé la mejor versión de vos que puedas ser. Deshace las valijas.  Si no lo haces vos… ¿Quien lo va hacer?

jueves, 2 de marzo de 2017

Desenlace?

Si hay algo que aprendí con esta historia, es que la vida tiene vueltas que pueden sorprendernos, aún cuando creemos que tenemos todo claro. Yo no sabía que podía sentir las cosas que siento por él. Jamás me lo imaginé, ni siquiera me hice la idea durante los 5 años que trabajamos uno al lado del otro.
Me sorprendí al ver lo cómoda que me sentía a su lado, lo mucho que me gustaba a pesar de no ser el tipo de hombre que llama mi atención. Tiene algo que me atrapa, que me atrae, que me dan ganas de estar con él sin interrupciones.

Como dije antes, si bien estaba completamente embobada con él, sabía, en algún punto que esta historia se podía truncar en cualquier momento. Teniendo en cuenta eso, me propuse disfrutarla hasta su inminente viaje, y dejar que el tiempo que íbamos a estar separados, el cual va a ser mucho, se encargue de borrar todos estos sentimientos que tenemos el uno por el otro, y que nuestra historia pase a ser un recuerdo.

Sin embargo, estos días, me encontré anhelando que el viaje no afecte en nada la historia, sino que haga, mediante la ausencia, un deseo mas fuerte de estar el uno con el otro. Al parecer, el deseo llegó tarde, y siento que maldecí un poco nuestra relación al desear por tanto tiempo, lo primero.

El viernes nos encontramos como lo habíamos planeado. Ambos estábamos muy ansiosos y con muchas ganas de tener ese encuentro, ya que nuestra piel pedía a casi gritos poder estar juntos, sentirnos y tener unas horas solo para nosotros. Lo primero que hicimos fue bañarnos juntos: tocarnos, sentirnos, reirnos, disfrutarnos. Luego dimos paso al deseo, y en un momento, nos quedamos abrazados, acariciándonos, y lo escuché decir: “Quiero quedarme así todo el día, podría quedarme así, siempre” Lo mismo que quería él, quería yo. Nos disfrutamos, nos besamos, dimos paso al deseo varias veces. Nos miramos profundamente a los ojos, nos besamos con una intensidad tal que parecía que nos íbamos a fundir el uno con el otro. Estabamos ahí, presentes, disfrutando, hasta que en un momento, empezamos hablar y a desnudar el alma.
Ambos reconocimos nuestros sentimientos, y él, por mala suerte, nuevamente me dijo sobre su situación, la complicación, los grandes problemas que podría acarrear blanquear lo nuestro. Ahí, me di cuenta que su miedo era mucho mas fuerte que lo que había entre nosotros. Nosotros significábamos un salto al vacío, para él, perder todo lo que había construido estos años, tal vez, perder hasta su propia hija. Para un hombre que está acostumbrado a desarrollar su vida en cuadrados, pedirle que se la juegue es lo mismo que un imposible.
Una gran angustia comenzó a formarse en mi estómago, y las lágrimas se me acumularon en los ojos; No quería llorar, pero sentía como dentro mío, el inminente adiós me estaba quebrando toda.

“Qué alternativa nos queda?” me dijo. La alternativa que nos quedaba, era muy obvia: la deseada no estaba en discusión, entonces solo nos quedaba terminar. El no lo decía, así que lo dije yo, y en el momento en que salió de mi boca, sentí que algo me estallaba dentro, y de golpe sentí angustia y dolor. Lo bese con la mayor devoción que pude, para quedarme con el recuerdo de sus besos, lo acaricie como regalándole todos mis sentimientos por él, le dije que lo quería y que disfruté mucho el poco tiempo que estuvimos.
Cuando comenzó a cambiarse, le dije que se fije que no se le haya quedado pegado algun envoltorio, y me contestó: “- Vos te me quedaste pegada”. Lo dijo casi sin pensarlo, y lo vi meditabundo, mirando al piso, pensando en vaya a saber qué.
No quería llorar frente a él, pero me costaba tanto mantenerme centrada. Me pidió que por favor no llores, y yo solo pensaba en que carajos el pensaba que me estaba pidiendo eso.

Nos abrazamos fuerte, tan fuerte que pensé que nos ibamos a fundir en ese abrazo. En un momento, en voz alta me pregunté: “Cómo vamos hacer los días que quedan... bueno, son tan solo 3 días antes de tu viaje” Y vi como mi razonamiento lo molestó. No se bien que fue lo que le molestó, pero decidí no preguntar.

Nos besamos, me acarició, y se fue. Apenas cerré la puerta, me deshice en llanto, y lloré tan fuerte, con tanto sentimiento, que me terminó doliendo la cabeza. Me pareció todo tan injusto: Tanto tiempo sin sentir estas cosas hermosas, sin conocer a alguien que pusiera mi vida al revés, y cuando lo hago, es un problema, casi un imposible. Ahí estaba, con tanto para darle, y sin poder hacerlo, que me terminé sintiendo vacía. Lloré y lloré por horas, dejando que el dolor viaje a través de las lágrimas, esperando poder sacarlo de mi sistema, pero no fue suficiente. Es mucho lo que siento por él, así que va a tardar en salirse por completo.

Empecé a escribir todo esto, como una forma de depurar, y mientras lo hice, y lo hago, sigo llorando. Maldiciendo que sea tan complicado, que nos hayamos encontrado tarde, y detestando que no tenga la valentía suficiente para jugarse.

Lo estaba eligiendo. Me di cuenta hace un tiempo, que lo estaba eligiendo. Sé que fue una decisión que había que tomar, pero no la festejo, porque dejé ir a quien me estaba haciendo feliz. Aún cuando se que fue la mejor decisión, es muy difícil entenderlo, cuando lo único que quiero es estar a su lado.
El tiempo pasa, todo lo sana, y el sufrimiento mengua. Pero decime vida, que es lo que querés de mi? Cuantas mas cosas tengo que pasar hasta que me des la chance? Esto, ahora, me parece mucho.
Le dije todo, le demostre todo, lo quise mucho, me brindé toda. Sin arrepentimientos y con todo el corazón, me entregué.

Actualización: "Te extrañé" comenzó diciendome, 5 días separados, nos pareció eternos. Comenzamos a charlar, y nos dimos cuenta, que ambos somos la felicidad del otro, que nos queremos en nuestras vidas, y que lo hay entre nosotros es mas fuerte de lo que pensábamos.
- "Cuál es la alternativa?"
- " No lo sé. Sinceramente, no lo sé. Se que no podemos planear nada, y que todos los días sucede algo nuevo. Hay dos alternativas fijas, y el resto son todas variables de esas dos fijas. Creo que pronto la alternativa se va hacer visible, mientras, yo solo sé que te quiero. Lo importante, ya lo tenemos"
- Escribí nuestra historia. Mejor dicho, parte de ella.
- Tenemos una historia muy linda... y eso que todavía no está todo dicho.

Un final abierto? Tal vez... Si el amor es verdadero... El amor triunfa? Habrá que ver cuanto hay de realidad, y cuanto de mito. Habrá que ver.

martes, 28 de febrero de 2017

Nudo (II parte)

Si lo pensaba, hubiese creído que estaba imaginando cosas. Si alguien me lo contaba, lo mas seguro es que me hubiese reído. La cuestión es que nunca pensé sentir semejante atracción, tanta química, con alguien que se alejaba kilómetros de lo que es mi tipo de hombre... Si es que tengo uno. Jamás estuve con alguien como él, y en todos los años que conozco, como dije anteriormente, nunca pensé en él de manera sexual o amorosa. 

Nuestros encuentros empezaron siendo, mas que nada, con tintes sexuales. Recuerdo sus palabras el primer día que nos encontramos para tener sexo, casi a modo de escudo inviolable a prueba de titanes: “ Vos sabés mi situación, y no te puedo prometer nada, mas que esto. No podemos tomarlo en serio. Es lo que es” Y mientras lo decía, la mano le temblaba terriblemente. Estábamos sentados uno bien lejos del otro, mirándonos intensamente, los dos nerviosos, el temblando, yo pensando a una velocidad que pensé que me iba a fritar el cerebro.

Entendí lo que él me decía, y dentro de mi cancherismo, pensé que la aclaración estaba de mas. “No sé porque aclara, si yo no quiero nada mas”, pensé. En un momento, el se acercó, y comenzamos a besarnos, y es así como la urgencia se apoderó de nosotros. Estuvimos juntos, y no recuerdo haber tenido un encuentro sexual tan explosivo como ese. Todo era intenso, perfecto, con fuegos artificiales. Nos besábamos perfecto, sus caricias me erizaban todas las células del cuerpo y era tanta, pero tanta la atracción, que simplemente, cuando terminábamos, teníamos que volver a empezar.

Luego de eso, nos bañamos juntos. La ducha es un momento de gran intimidad, y no se comparte con cualquiera, con él sin embargo, me quería quedar horas. Nos acariciábamos, nos besábamos, el me lavó la cabeza de una manera tan dulce, que creo que jamás mi cabello quedó mejor. Así fuimos estableciendo un lazo, y a lo largo de nuestros encuentros, la intimidad se hacía cada vez mas fuerte, mas profunda, mas “peligrosa”

Se nos hacía cada vez mas difícil disimular nuestra atracción mutua. Nos comíamos con la mirada, planeábamos encuentros tan solo para poder darnos un beso. Chateabamos casi todo el día, haciendo nuestras conversaciones cada vez mas profundas, y cuando me quise dar cuenta, los sentimientos habían nacido, tanto de su lado, como del mío.

Si bien la pasión seguía existiendo, la misma comenzó a mezclarse con ternura y complicidad. Me llevó a mostrar mi lado mas vulnerable, a mostrarle a él lo bien que me hacía sentir, y trataba de devolverle todo ese bienestar mimándolo, preocupándome por él, y todas esas cosas lindas que nos nace cuando el querer empieza aparecer. Mi voz se suavizaba cuando hablaba con él, su mirada intensa me daba timidez y sentía que me ruborizaba cada vez que él me miraba. Y ni hablemos de la vergüenza casi infantil que me nacía a la hora de expresarle cosas que sentía. Ojo, expresaba superficialmente; porque aquello que me hacía cosquillas en el pecho, y me elevaba la temperatura corporal, lo mantenía para mis adentros, tan solo por tener miedo a expresarlo, ya que no sabía o mejor dicho, no quería ir mas allá.

De golpe, me di cuenta que lo extrañaba cuando no estaba con él. Me vi forzando tiempos para poder estar aunque sea un rato mas con él, o poder charlar con tranquilidad. Nos veíamos un rato antes de entrar a trabajar para tan solo tener un momento para nosotros, y sacábamos tareas en conjunto inexistentes para estar un poco mas cerca. Hasta cuando caminábamos, al no poder tomarnos de la mano, nos rozábamos los brazos, para al menos así, estar un poco mas cerca.

Complemente imperfecta, con magia y única. No sé si alguno de los dos estaba preparado para todo esto que nos pasó. Los dos nos dejamos llevar. Si bien, una sabe (y por dios, como lo repiten los de afuera) que el final puede ser malo, también sabemos que no todos los finales están escritos de manera determinante. Así como la relación me sorprendió, también podría sorprenderme el final. Así que si, en el fondo guardaba una cierta esperanza de que esto pudiese ser diferente, y que íbamos a poder brindarnos en algún momento todo lo que sentíamos con total libertad.

Elegí creer. Toda la situación me generaba ganas de creer, la forma en que me sentía desde que empecé a estar con él me daban ganas de creer. Verme tan... sentimiento, me inspiraba a creer. Recibí miles de palabras de desaliento, que entiendo que en su momento venían con la intención de protegerme, pero hasta cierto punto, lo sentía tan frío a esos consejos, y sentía que no estaban viendo todo lo que me inspiraba y como me ponía desde que estuve la primera vez con él. Mi parte lógica insistía en ver mas allá y me hacía dar cuenta que iba a llegar un momento en que se iba a convertir en algo insostenible, pero aún así, guardaba, lejos de cualquier escepticismo o comentario negativo, el sueño de que la historia podría darse vuelta.

Comencé a imaginar viajes a su lado, a paisajes hermosos, donde pudiésemos estar solos, tranquilos, compartiendo, siendo nosotros. Así fue como me di cuenta lo enamorada que estaba de él. Trataba de mantener la cabeza fría, aunque la verdad era que ya era tarde: estaba entregada. Dejé de ver el peligro:  me aventuré a vivir todo lo que sentía, a disfrutarlo, y lo dejé crecer, quise dejarlo crecer.

Recuerdo cuando me dijo: - Pienso todo el día en vos. Te extraño, y a veces el extrañarte, me genera angustia. Es complejo que nos estemos extrañando. Sos muy linda, sabías? Tenes el enorme potencial de estallarme la cabeza.
Me hablaba y me acariciaba. Llenaba de besos toda mi cara. Me besaba y sonreía. Me abrazaba fuerte y me besaba la frente.
Así como yo era, para él era perfecta, y me lo demostraba. Era tanto lo que recibía de su parte, que me dejé envolver, y deseaba, uf, como lo deseaba, sentir eso todo el tiempo.

Estábamos desnudando el alma, estábamos siendo muy íntimos. Ya había, de alguna manera, pleaneado nuestro final, pero ante todo esto, guardaba la esperanza de que ese final se disolviera y que nosotros pudiésemos vivir nuestra historia, lo que teníamos ganas de brindarnos.

La cabeza, se había desconectado del corazón.


domingo, 26 de febrero de 2017

Primera parte: Introducción

Toda historia cuenta con tres partes: Una introducción, un nudo y un desenlace. Cuando algo triste o movilizador me pasa, me es necesario volcarlo por escrito, contar la historia; es una forma de amigarme con lo que pasó, y poder sacar afuera todo lo que me está revolucionando dentro. Lo que me pasó con C, no es la excepción. De a poco me voy depurando, y si bien, sé que las historias también están vivas y pueden mutar, así que vamos a dejarle un final abierto... porque una nunca sabe lo que puede suceder.

Esta es la primera parte, la introducción:

- Por qué me besaste? Tanto tiempo de conocernos, por qué en ese momento y no antes?
- Porque había “algo”.
- “algo”?
- Si, “algo”. Viste cuando no podes describir qué es, pero está ahí? Bueno, siempre estuvo ahí, solo que esa noche me animé. Estabas ahí, yo también, y la excusa fue el papel film. 

Algo tan común, tan sencillo: papel film. Nunca recuerdo como fue la charla, ni tampoco recuerdo como nos terminamos besando. Ahora descubro, que cuando el fue a la cocina conmigo, era su intención besarme. Violó hasta sus reglas mas arraigadas con ese beso; en ese momento, no importó. Jamás lo vi con intenciones amorosas, ni siquiera sexuales; sin embargo, cuando me besó, sentí un estallido dentro, que me sorprendió y de repente quise quedarme pegada a sus labios.

Luego se arrepintió. Un mediodía, nos juntamos en un bar cerca de nuestro trabajo, y charlamos sobre lo que había pasado, la tensión reinante, y por sobre todas las cosas, charlamos sobre todas las dificultades que existían para que lo nuestro pueda ser real. - “Te quiero, y me importas, no quiero lastimarte o verte sufrir” dijo. Yo, todavía, estaba tratando de entender lo que me pasaba con él: “de donde salió todo este sentimiento? El no es ni ahí mi tipo de hombre, qué me pasa con él?” Mientras todos estos pensamientos chocaban dentro de mi cabeza, una cierta tristeza me invadía, aunque me daba cuenta que lo que decía, era la verdad: No podíamos estar juntos. No era nuestro tiempo, no había chance, iba a ser un completo desastre. Fin del tema.

Ambos de acuerdo, salimos del bar con la cabeza gacha. Nos abrazamos (un fuerte abrazo, con suspiro) y nos despedimos. Por la tarde, yo tenía que subirme al avión. Desde aeroparque le escribí algunas cosas (no quería quedarme con nada dentro), y nos volvimos a despedir. Era mejor dejarlo así. 

Subí al avión pensando en si me estaba perdiendo de algo lindo, pero decidí dejarlo atrás y concentrarme en lo que tenía delante.

En el viaje me hice a la idea de que aquello, ese no sé qué, que surgió (yo pensaba) de manera accidental, iba a quedar en el recuerdo como “Lo que pudo haber sido, y no fue”: con muchos interrogantes, suposiciones, y sin nada que pueda decirme que podría haber pasado si nos dábamos la chance.

El día que volví, estaba nerviosa de volver a nuestro lugar de trabajo: de verlo, mas que nada. ¿Qué le iba a decir? ¿Cómo volver hablar comunmente, cuando tantas cosas interiores, al menos de mi parte, habían pasado? Me armé de coraje, e ingresé a las oficinas. La primera persona que vi, fue a él. Su rostro se cubrió de una gran sonrisa, y abrió sus brazos: estaba contento de verme. Luego me confesó que no me esperaba ese día, que se estaba preparando para verme días después, pero que para él fue una grata sorpresa verme pasar la puerta, y ahí me di cuenta, que nada de lo que me había dicho antes de mi viaje, seguía existiendo.

Nuevamente, empezó el coqueteo: charlas, miradas cargadas de intenciones, gestos cómplices. Todo comenzó a engancharme, a engancharnos, y una mañana, el me fue a buscar a la salida del subte. Lo vi muy nervioso, miraba el suelo, casi ni me miraba y me pregunté: ¿Para qué?. Sin embargo, antes de lanzar semejante pregunta, comencé hablar de cosas banales, para lograr despejar un poco la situación, y mis nervios también, ya que enfrente tenía a alguien que después de mucho tiempo, me estaba provocando cosas, de las cuales no sabía de que se trataban o bien que quería yo con él... Sabía solo que quería tenerlo cerca. En algún momento, desde el día que me fui, hasta esa mañana, mi necesidad de estar cerca de él, se hizo presente. 

- Por qué estas tan nervioso? Solo estamos charlando.
- Esto, para mí, es traición. Me pone nervioso. Tengo mi situación, y no es algo que pueda resolverse mágicamente. Lo pierdo todo, TODO. Es muy difícil.

Ahí me di cuenta que estuvo pensando en lo que había sucedido, y que lo había llevado mas allá: pensó posibles escenarios, se dio cuenta de la imposibilidad de todo, y sin embargo, ahí estaba, caminando conmigo, tratando de convencerse de que estaba muy mal. Un gran error. Su acción me hizo dar cuenta de algo: su mente le estaba diciendo algo, que el resto de su ser no estaba tomando en cuenta.

Comencé a decirle que yo no sabía que era esto. No le estaba pidiendo nada, no sé que hacíamos ahí, ni siquiera sabía en qué momento esto había nacido, menos que menos, sabía adonde iba a ir. Sinceramente, hoy en día me doy cuenta, que pensaba en que era tan solo una aventura, y que iba a morir ahí. 

Nunca me imaginé, con una mano en el corazón, lo que venía a continuación, y el tampoco. Completamente ignorantes de lo que sucedía nos lanzamos a un juego que rápidamente, se nos fue de las manos.

viernes, 24 de febrero de 2017

El (No quiero decirte) Adiós.

-         Fijate que no se te haya quedado nada pegado...
-         Vos te me quedaste pegada.

Ahí algo se rompió. Algo que no se ve, pero que yo sentí que se rompió, y el también lo sintió... pero por parte suya. Hoy rompí con él. No fue planeado, no fue querido, fue lo conveniente. Si. Lo conveniente. Así de frío, así de injusto, así de certero.
Lo nuestro empezó como una aventura, pero en algún momento de todo esto, los sentimientos vinieron a meter la cola.

Sabía de su situación, nunca fui una engañada de eso; tal vez suponía que no iba a ser tan fuerte, tal vez me creí a salvo, o no sé... Sinceramente, no sé que creí. Si te puedo contar lo que sentí, porque eso lo tengo mas que claro: Sentí unas ganas tremendas de besarlo todo el tiempo; me reí con él hasta que me dolieron los cachetes; charlé con él de todo, de todos, sobre él, sobre mi; aprendí sobre su mundo, y me encantó ser parte de él. Me encantó acurrucarme en sus brazos, compartir duchas interminables llenas de mimos y de risas, sentí muchos sentimientos creciendo dentro mío, y sentí como me “comía” su mirada cada vez que nos cruzábamos. Me hizo cosquillas en el alma con todas las hermosas cosas que me dijo: “Tenes el potencial de quemarme la cabeza” “Sabias que sos muy linda” “Pienso en vos todo el tiempo: hasta el tiempo en el que duermo” y así miles.

Como una tonta, me fui enamorando: al punto de tener urgencia por él, ganas de besarlo hasta que se cayesen los labios, abrazarlo y de alguna manera lograr que el tiempo se detuviera en ese abrazo:  donde no existiese su situación, donde solo fuéramos nosotros dos, donde pudiésemos sentir sin ninguna consecuencia.

La realidad, por mala suerte, siempre se impone y todo lo que nosotros pudiésemos sentir, no iba a ser bienvenido en nuestra realidad. Estuvimos abrazados, y lo escuche decir: “me quedaría todo el día así... me quedaría así para siempre”

Pero no tuvimos el siempre, y con todo el dolor del mundo, le tuve que decir que terminábamos. El no quería, yo no quiero, y por dios que no pensé que podía llegar a dolerme tanto. Hasta nuestro último saludo no dejamos de besarnos y de tocarnos, porque sentimos tanto, el uno por el otro, que esto en este momento, me parece una tremenda hija putez.

Esta fue una tarde hermosa, y ahora tiene un sabor tan amargo. Lo llené de besos, le di todas mis caricias, le dije todo lo que sentía y lo dejé ir. Ahora me encuentro escribiendo esto, con la esperanza de que duela menos, pero sabes qué? Duele como la puta madre.

Porque estoy enamorada de él, y porque me quedé con muchísimo amor dentro. Ojalá no me hubiese confiado tanto. Sentí su amor, sentí mi amor, y creí que podíamos formar algo lindo... Perdón, formamos algo lindo; solo que fue imposible mantenerlo.

Siempre tendremos algo que fue nuestro, único, intenso y de mucho sentimiento...  En poco tiempo, el se estará yendo de viaje, Confío que la distancia algo hará con nosotros, no sé que... confío que sera algo que nos convenga.

Aunque dejame decirte nuevamente: que injusto se siente todo esto.

martes, 14 de febrero de 2017

Una Quimera como historia real.

-          - ¿Oliste la almohada?
-         -  Sí, porque sentí el perfume, y fue casi un acto reflejo.
-          - Uffff… Estás perdida.

“pero con conciencia” me dije. O tal vez es eso lo que estoy queriéndome hacer creer. Paso los días poniéndome límites, porque todo lo que vengo viviendo es muy intenso. Sé que si no pongo el límite la ilusión me va a ganar y me voy a decepcionar muy rápido. Tal vez necesite eso, decepcionarme, y dejarme de hinchar las pelotitas con todo este tema. Haga lo que haga me asaltan flashes de cuando estoy con él, y por momentos me siento adolescente de nuevo y pienso que sería encantadora toda esta historia, si no fuera por los detalles que la hacen terrenalmente cruda.

Es tanta la intensidad que se me hace difícil el despegue, y estoy contando con ciertos artilugios del destino, para que me separe el, porque yo no sé si voy a poder… Me acabo de dar cuenta, que cuento con la imposibilidad de dejar. Me cuesta mucho dejar ir, pucha. Miedo a que será, ¿no?

Otro día veré eso, ahora estoy con esto, que me llena mucho las manos, el tiempo, los espacios. Muchas veces estoy trabajando, o haciendo cosas de todos los días, cuando se me viene a la cabeza imágenes recordando nuestros encuentros, entonces es cuando una avalancha de cosquillas me agarran, y tengo que suspirar. También suspiro cuando recuerdo que él me mira a los ojos cuando me besa, cuando agarra mi cara entre sus manos, me mira fijo y se sonríe, que le gusta hacerse el tonto y rozar mi mano de manera “accidental”, o cuando me viene hablar de la nada misma, para poder estar un rato cerca. 

Cuando estamos cerca siento que somos dos imanes luchando para no pegarse el uno con el otro, es ahí, cuando yo estoy por pegar el suspiro, que él me mira y esboza una sonrisa cómplice que me lleva a sonreír también. La verdad es, que desde que todo comenzó, no puedo dejar de sonreír cuando estoy con él.

Lo que me gusta de esto, es que me tomó por sorpresa, porque yo no sabía, ni me imaginaba que él era capaz de generar todo este mundo de cosas en mí. Lo malo, es que es él quien me las genera, entonces debo atar todos los sentimientos bien fuerte, porque si uno se me escapa, soy boleta, y ahí me quiero ver…

No, mejor no.

Quienes saben de esto (llevarlo sola se me hace pesado) son aguas divididas: Algunos me dicen que lo disfrute y hasta festejan que se me haya despertado la parte sentimental de nuevo. Otros me dicen que huya sin mirar atrás, y maldicen que se me haya despertado la parte sentimental. No estoy ni un lado ni del otro, porque no se para dónde disparar. De su lado siento cosas: la forma en que me mira, como me acaricia, como busca generar los encuentros. A veces lo encuentro mirándome y sonriendo, me pregunto que estará pensando, pero no me animo a preguntarle, porque es una caja de pandora que no quiero abrir, aunque les reconozco que me mata la curiosidad. “El día se me hace larguísimo cuando no te veo” me dice. Yo me río y lo cargo, nos reímos, pero por dentro, solo tengo ganas de estamparle un beso porque me mata que me lo diga.

Uf. Releí este párrafo y fue una quimera. Otra vez suspiro, porque se me está haciendo difícil terminar de escribir esto. Escribo sin pensar, siempre, luego releo y edito. Acá me parece que no voy a editar nada porque me cuesta releer lo que estoy escribiendo.

No busqué esto, tampoco lo rechacé. No sé qué será que tengo que vivir, aprender, o escarmentar con esta experiencia. Algo dentro me dice que lo viva; tal vez sea mi estupidez, vaya una a saber. Cuestión: No sé nada de nada, siento mucho de todo. Lo que sí, no tengo miedo, si siento que debo ser muy precavida. También siento, que debo darme estas libertades de expresar lo que me pasa, porque si lo trato de reprimir se vuelve más fuerte, y la verdad es que el nivel de intensidad tan alto, me va hacer mal.

Estoy viviendo un día a la vez. No pienso en mañana, me esfuerzo mucho por no hacerlo. Quiero disfrutarlo y espero tener la sabiduría suficiente de saber cuándo sea el momento de irme.


Espero. 
Cocki.

domingo, 5 de febrero de 2017

El difícil arte de las citas

“Duro es el camino, y sé que no es fácil” Decía Patricia Sosa en una de sus canciones, y tranquilamente este fragmento se puede usar para describir la vida de una soltera, hoy. Siempre existieron baches en la camino, aunque es verdad que para muchas, el mundo de las citas es un arte que tienen dominado bastante bien. No es mi caso, por mala suerte, y si bien podemos atribuir el fracaso a algunos factores personales, la verdad es que muchos factores externos hoy nos juegan en contra.

Hemos recurrido, bastantes veces, a culparnos a nosotras mismas por no dar con el tipo indicado, o salir exitosas de esta guerra sin cuartel, que es congeniar con alguien. En realidad, permitime corregirme: Congeniar, congenia cualquiera; mantener la conexión es lo mas difícil de todo.
La paciencia es cada vez menos, y la vagancia, cada vez mas. Ya casi nadie quiere hacer el esfuerzo, y ante la mas mínima señal de quilombo, la gente se corre (salvo que seas yo) sin ningún miramiento.

Conocer gente por tinder, hppn o alguna aplicación del estilo, está bastante complicado, como las últimas noticias nos demuestran. Ir a conocer a alguien, del cual no tenés ninguna info, confiando en el universo, en la suerte y angelitos guardianes, es una ruleta rusa, que cada vez menos mujeres queremos jugar. Conocer gente face to face tiene sus peligros también, entonces; ¿qué nos queda?

Desde hace un tiempo, a hoy, no uso ninguna aplicación y la gente que he conocido, con la cual he salido, me la han presentado, la conocí por trabajo, o en alguna salida nocturna. Te lo pongo en estadísticas: cada 10 salidas, conoces a uno potable. Con el resto, tenés que hacer el super esfuerzo de no decepcionarte, pero te traen a la realidad lo duro que está el mercado para las solteras, y mas aún, si ya pasaste la edad de los 30.
Pasada esta edad, la mayoría ya están ocupados, o bien hay que remarla en dulce de leche. Algunos son maduros, otros no abandonaron el pañal mental. Nos manejamos con extremos, y eso dificulta mas las cosas.

Ejemplo: Hace un tiempo, salimos Manu, yo y nuestra amiga casada: Carla. Carla lleva 10 años casada, tiene un hijo, está super establecida. Con sus problemas, claro, pero establecida. Ella siempre nos da lecciones de vida, porque nos quiere ver bien, en pareja, felices, y cuando le explicamos lo difícil que está el tema, ella creía que exagerábamos, hasta que salió con nosotras.
Fuimos a un bar las 3. Nos sentamos, y al lado nuestro, había una mesa con 3 muchachos; todos bastante monos, y charlando animadamente. En eso, uno de ellos, comienza hablarme y a tratar de entrar en nuestra charla. Lo lograron. Respondimos súper simpáticas, Manu salió con sus geniales ocurrencias (es muy capa Manu, te reís o te reís), Carla hizo preguntas como para conocerlos, y yo picoteaba entre ambas conversaciones. Todo bien, pero duró 10 minutos: al rato, empezaron a mostrar la hilacha. Comenzaron a mostrarse impacientes, se pusieron un poco agresivos, tan solo porque al parecer, nosotras íbamos demasiado lento para el gusto de ellos y así, como fácil vino la atención, fácil se fue. De una manera tosca, torpe y bastante infantil, los muchachos, borraron de un plumerazo la primera impresión que había resultado buena.

Carla se quedó de cara. Sus palabras: “no puedo creer el nivel de idiotez”. Esbocé una sonrisa, mientras Manu decía: “Viste Carla que no te mentíamos???!” Creo que Carla, esa noche se compadeció de nuestro via crucis a la hora de conocer alguien potable. Es una misión imposible estilo Tom Cruise, una ruleta,  un/a (inserte aquí cualquier frase que sea sinónimo de complicado)

Aún cuando conoces a alguien, no significa que vaya a ser un paseo por el prado: Fátima, hace UN AÑO, si, UN AÑO, que está con un muchacho, se llevan bien, son monógamos, pero el muchacho no quiere ser llamado novio, ni conocer a su familia, ni nada que signifique que están en un compromiso.

Así que ya lo ves: Cada vez que te sientas mal por estar soltera, recorda que somos muchas las que estamos atravesando lo mismo que vos, sufrimos, maldecimos, revoleamos los ojos, igual que vos. No se donde está la cura, o que hay que hacer, que usar, que decir, para que salga bien. Hace tiempo que estoy en esta montaña rusa, y todavía no encontré la manera de bajarme. “Catadoras de boludos” dice Manu que terminamos siendo, lo cual, me resulta muy gracioso, y de cierta manera triste. El arte de conocer y conectar con alguien no debería ser difícil, pero hoy en día entra en la categoría de deporte extremo, con cierto riesgos de ACV emocionales.
Esta carrera no es para cualquiera, solo para las mas valientes, y tengo confianza, que esta valentía, esta paciencia, esta perseverancia, será recompensada con creces.
Creo, ansío, espero, confío.


Cocki.

lunes, 30 de enero de 2017

La cruzada por los imposibles

En este último tiempo me empecé a preguntar qué clase de falla genética tengo que termino eligiendo tan mal a la gente para engancharme. Si, el primer paso siempre es culparse a uno mismo, aunque, por amor a mí, decidí reveer mis últimos contactos del tercer tipo, y pedir un poco de opinión (un poco, nada más, porque mucha hace mal y confunde) para ver donde arribo.

Antes de pasar al análisis completo, debo, primero, para que entiendan, contarles en que ando ahora: Hace poco, me involucré con un amigo el cual conozco desde hace 5 años. Lo más loco de todo esto, es que esto me cayó de sopetón, ya que yo no tenía ni idea que me gustaba, menos que menos de me gustaba así como me gusta. El lado malo de todo esto, es que está casado. Y ya sabemos cómo terminan estas historias de triángulo amoroso: como el verdadero culo.

Ya puedo adivinar lo que está pasando por las cabezas de quienes leen esto, o será la culpabilidad que me condena, pero voy a tratar de responder este interrogatorio imaginario que puede estar surgiendo:

Pero Cocki, a vos te metieron los cuernos, sufriste un montón, ¿cómo puede ser que te metas en una historia así?

No tengo excusa. La verdad de la milanesa es esa.  Es un rush de adrenalina tan adictivo, que mi teoría de que todo lo que estoy haciendo mal, cuando el aparece en escena, se va por un caño. Sé que entré perdiendo a esto. Fue tan intenso desde el primer momento, que no me resistí. No es: “no pude”, es no quise, y de esto me hago cargo. Siendo sincera, debo recalcar esto de que me cayó de sorpresa, creo que a los dos, porque ninguno, en 5 años, se imaginó que teníamos esta química, o lo que sea que sea lo que haya entre nosotros dos.

Aparte, sabemos que si está prohibido, más lindo resulta. Un pelotudismo que siempre tenemos en la cabeza.

¿Con todos los que has conocido, justo con este te viniste a enganchar?

¿Será que no estoy realmente preparada para amar? ¿Será que sigo cerrada como culo de muñeca, y en estos imposibles, encuentro la manera de desquitar aquello que extraño pero sin comprometerme demasiado? Ahora, el lado bobo de esto, es que siendo mujer como soy, lo más seguro es que en algún momento meta sufrimiento en algún hueco, como para que la novela no se corte.
No sé si tengo defensa, pero la verdad es, que de todos aquellos que conocí, ninguno, (salvo Australia) me movilizó demasiado. Me hincho las pelotas rápido, o algo de ellos me molesta casi enseguida, entonces procedo (a veces bien, otra tirando bombas) a irme por donde muere el sol por donde cae la tarde. En este caso, si bien tiene mil de defectos, mi sistema de alarmas ha decidido apagarse, porque al parecer, ningún defecto es lo suficientemente fuerte como para que desista.

Sabemos que esto es mentira, porque por todos esos defectos que tiene, sobre todo, el de casado, es el más importante por el cual yo debería salir corriendo sin mirar atrás.

Miren, yo no sé. Puede ser un daddy issues: viejos separados, papá hizo familia de nuevo, yo me sentí un poco relegada un tiempo, y PUM! Se me pegó el repetir la historia. Aunque siendo sincera, me da mucha vagancia andar culpando a la historia con mi viejo por una decisión que tomé de manera consciente. Sabía que es perjudicial, sabía que no estaba bien, sabía todo. Y aun así, me zambullí. Como los que fuman: saben que todo está mal, pero lo hacen igual y encima, les gusta.  Que boludos podemos ser a veces.

En mi defensa, Sr. juez, debo declarar, que tampoco he conocido especímenes, que merezcan que yo me derrita de amor, o que fabrique paciencia donde no la tengo, y este muchacho, Sr. Juez, me moviliza hasta la glándula pituitaria, me llena de oxitocina, me eleva el humor, y me hace sentir como una adolescente de 15 años, con cada besazo que nos pegamos.

Créame, cuando le digo que es intenso, super intenso: me besa mirándome a los ojos, me da besos en la frente, y me acaricia el cabello. Mientras lo hace, siempre lo hace con una sonrisa media, sin dejar de observarme para finalizar dándome un beso mirándome bien fijo a los ojos.

No soy de piedra Sr. Juez. Ante esto claudico como una tontita, como una atolondrada. Encima tenemos química, mucha, intensa, para tirar al techo.
Todo muy lindo. Pero no. Él ya tiene su vida, y concibo que esto solo es pasajero. Sé que en algún momento va a terminarse, y me vengo preguntando si terminarlo antes, de prohibirme sentir todas esas cosas que la última vez que sentí fue con el australiano, de quedarme en el molde por si las dudas.

Ahora, me pregunto, si todas estas suposiciones de antemano son las que van, o tener en cuenta que nunca se sabe cómo una historia va a terminar es el referente. No sé qué probabilidades hay o de que va a ir todo esto, pero estoy viviendo esto con mucha intensidad y estoy un poco dividida en toda esta cuestión.

El Australiano, este pibe… Realmente tengo como una fija con los amores imposibles. ¿Por qué? Existiendo tantos peces en el río, ¿por qué los dorados me son imposibles?  Moncholos no me interesan. Lo peor de esto, es que cuando fijamos la atención en algo (o alguien) nos perdemos de todo lo que pasa a nuestro alrededor.

Sé que debe haber alguien libre para mí ahí afuera, pero a veces pienso, si estos juegos me pueden hacer perdérmelo. También me pregunto, si estas relaciones llegan por una cuestión en particular, si tienen algún sentido más allá del garche y las maripositas ocasionales, o de que van… Porque a veces, Sr. Juez, ni yo me entiendo.

Esta manía de laburar de más, de sostener lo insostenible. ¿Para qué? ¿Para demostrar que yo puedo? ¿Para ver si gano? El para qué, es fundamental en todo esto, porque tiene que existir una razón (no culpabilidad), por la cual yo me siga colocando en este lugar.


De ahora en más, cuando tenga que enviar mi CV, voy agregar: “Una experta, incansable, testaruda, a veces muy tonta, remadora en dulce de leche. Si usted quiere luchar imposibles, soy su chica”
Así, no hay cuerpo que aguante... Ni psiquis tampoco.

Gracias por pasar! Te espero nuevamente.